Pretende Viña Santa Marina que su Gladiator "sirva como homenaje al general emeritense Maximus Decimus Meridius, el más reconocido gladiador de la historia cuya leyenda dio origen a la famosa película". Pero la verdad es que esa pretensión da un poquito de vergüenza ajena, teniendo en cuenta que el tal Máximo Décimo Meridio, encarnado por Russell Crowe en el filme de Ridley Scott, jamás existió. Podríamos aceptar, siendo generosos con el beneficio de la duda, que el personaje esté basado en Marcus Nonius Macrinus, hombre de confiaza del emperador Marco Aurelio que ni fue gladiador ni vino al mundo en Augusta Emerita, y, apurando mucho, en Narciso, Espartaco, Cincinato y Máximo de Hispania. Pero poco más. O sea, este supuesto tributo de la bodega extremeña al término municipal en el que crecen sus viñedos (Mérida) evidencia una decisión rayana en el ridículo (tomando al pie de la letra su enunciado), pues incluso el origen emeritense del 'Gladiator' ficticio es producto exclusivo del doblaje a nuestra lengua, ya que el general que defendía que "lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad" se declaraba oriundo de Trujillo (Cáceres) en la versión original del larguísimo metraje.
Viña Santa Marina es, por decirlo en términos vitícolas, un pequeño zarcillo nacido del tallo principal de los Alvear de toda la vida, una noble estirpe de bodegueros que brotó en Nájera (La Rioja), antigua capital del Reino de Navarra, pero que echó raíces en Montilla (Córdoba) en el siglo XVIII. El que fuera durante décadas director de la bodega familiar, Álvaro de Alvear, decidió en 1999 emprender una nueva aventura junto a la enóloga Yolanda Piñero, asentándose por la vía del chanchullo (condiciones a medida, precio de ganga) a los pies de la sierra de Lamoneda, donde parece ser que en la época romana ya se elaboraban vinos muy apreciados en el imperio.
En el arranque de lo que antiguamente fue la Vía de la Plata (por seguir con la presunta filiación latina de la casa), se extiende una finca de unas doscientas hectáreas, de las cuales sesenta y una son de viñedo conducido en espaldera y el resto de bosque mediterráneo perfectamente conservado. El suelo que nutre sus viñas es de origen granítico, de estructura arenoarcillosa y de profundidad moderada con zonas de abundante canto que favorecen el drenaje, mientras que el clima que las arropa es típicamente mediterráneo, con inviernos fríos, veranos secos, largos y cálidos, y transiciones abundantes en lluvias.
De entre las variedades plantadas en Viña Santa Marina, sobresalen las tres de origen francés que forman el coupage de Gladiator: syrah (60%), cabernet sauvignon (30%) y petit verdot (10%). Según sus productores, la primera "es una suntuosa uva, para hacer vinos de textura sedosa, especiados, persistentes en la boca. Tiene un buen envejecer, los vinos pasan de plenos, atractivos cuando son jóvenes, a ganar personalidad y sólido carácter con el tiempo"; la segunda es considerada "la reina para la crianza de vinos. Procede de Burdeos, donde es la base de los vinos importantes, y desde allí ha viajado por todo el mundo, gracias a su gran capacidad para adaptarse a diferentes zonas sin perder calidad y carácter"; por último, la tercera es "original del suroeste francés. Con buenas características para vinos vigorosos, de larga vida, de lento envejecimiento, profundo color, aporta tanicidad, acidez, acompleja los aromas".
Mediante el ensamblaje de estas tres variedades, y tras un envejecimiento de doce meses en barricas de roble francés y americano, se obtiene, según la nota de cata personal del advocate Robert Parker, un vino de "color púrpura de capa cubierta" que "ofrece un atractivo bouquet de ahumados, caza, violetas, pimientos, arándanos y moras" y "frutas dulces" en un paladar "redondo, sedoso"; un vino, por consiguiente, "largo y placentero que se beberá bien durante una década". Pero a esa opinión no hay que echarle mucha cuenta: vale lo que costó convencer al gurú de Baltimore de que catara el caldo, con la (in)estimable colaboración de la enóloga emeritense María Isabel Mijares, aprovechando una visita a nuestro país para recibir la Gran Cruz del Mérito Civil.
Sin embargo, mucho más justa con lo que yo he bebido hoy en la taberna me parece la sucinta valoración del equipo de elmundovino.com compuesto por Víctor de la Serna, Juancho Asenjo y Ernestina Velasco: "Algo vegetal, agradable de entrada, cuerpo medio, con un final amargoso y no excesivamente logrado". Ni más ni menos.
Gladiator
2008
Syrah, Cabernet Sauvignon y Petit Verdot
12 meses en barricas de roble francés y americano
13,5% alcohol
Vino de la Tierra de Extremadura
Viña Santa Marina, Mérida, Badajoz, Extremadura, España