Paco León, que ya la lío parda hace un par de años con el kamikaze estreno multiplataforma (cine, dvd, video on demand en internet y TV a la carta) de su ópera prima como director cinematográfico, 'Carmina o revienta', ha vuelto por donde solía con la puesta de largo de su continuación, 'Carmina y amén', proyectando la película gratis total en un centenar de salas la víspera de su estreno comercial. Sin embargo, el elemento más impactante de su brutal campaña de promoción (al menos para mí, que soy cinéfilo de pro pero también un borrachín incontenible) comenzará a ejecutarse mañana, cuando se pongan a la venta (online) los cien estuches exclusivos de Matsu y amén, la serie que tunea por una buena causa el original etiquetado diseñado por el estudio Moruba para los rompedores vinos toresanos de Vintae.
Para los más despistados, conviene recordar que Matsu es una de las bodegas que forman parte de Vintae, la empresa fundada por José Miguel Arambarri y gestionada por sus dos hijos (Ricardo y José Miguel) que elabora vinos en nueve denominaciones de origen pertenecientes a la mitad septentrional de nuestro país. Concretamente, Matsu es un proyecto ecológico asentado en Toro, motivo por el cual su trilogía de vinos (El Pícaro, El Recio y El Viejo) representa a personas reales que dedican su vida al campo. Fiel a sus principios, Matsu elabora producciones muy limitadas de sus modernos vinos de alta expresión y dona el 0,7% de sus beneficios a proyectos medioambientales.
En consonancia con esa línea de trabajo, perfectamente definida, al actor y director Paco León se le ocurrió fusionar los personajes de su última creación con los de unos vinos cuya imagen ya se ha hecho un lugar entre los aficionados al bebercio de categoría. Así, El Pícaro se ha transformado en La Pícara (María León) y El Recio es ahora La Recia (Carmina Barrios), mientras que El Viejo ha pasado a mejor vida, siendo sustituido para la ocasión por El Muerto (Paco Casaus). De esta forma, León y Vintae han sacado al mercado una limitadísima edición especial de un centenar de cajas, firmadas personalmente por el propio director, que contienen los tres caldos citados y que venderán, a partes iguales, Bodeboca y Todovino exclusivamente a través de internet.
Además, el acontecimiento comercial se ha revestido de un buenrollismo que pretende eliminar (casi) por completo las suspicacias del respetable: el importe de cada caja (129,95 euros del ala) será destinado íntegramente a la Fundación Pioneros, que desde 1968 trabaja en la prevención, rehabilitación e integración psico-socio-laboral de jóvenes en riesgo de exclusión o marginalidad. Loable iniciativa que, sin embargo, no cuela. Es cierto que todas las partes implicadas en el proyecto (la familia León Barrios, el fotógrafo Jorge Fuembuena, los diseñadores Daniel Morales y Javier Euba (Moruba), los canales de venta y Vintae) han aportado su tiempo, imagen y trabajo de forma altruista. Pero no es menos cierto que todos para uno, y uno para todos, como los mosqueteros de Dumas, los (presuntos) implicados pretenden afianzar con este benéfico gesto sus respectivas marcas. Especialmente, la leonina familia artística. O sea.