Abadía Retuerta Selección Especial de 2001 fue distinguido en el International Wine Challenge celebrado en Londres en 2005 como el mejor tinto del mundo, y ese reconocimiento, que sus sucesores llevan a gala desde entonces como elemento estructural de su etiquetado, contribuyó sobremanera a situar en el mapamundi de la enología a la bodega sardonera, fundada en 1996 por la multinacional farmacéutica Novartis. Con un monasterio premostratense como epicentro, hoy reconvertido en el lujoso complejo enoturístico Le Domaine, la finca sobre la que se asienta la bodega perteneció a una sociedad de agricultores a los que Sandoz surtía de productos de sanidad animal. Eso fue hasta 1990, cuando la compañía química suiza se resarció de los impagos de sus propietarios agenciándose el latifundio, situado en plena 'milla de oro' de la Ribera del Duero. Unos años más tarde, tras la fusión de Sandoz y Ciba-Geigy para crear el gigante Novartis, Abadía Retuerta pasó a convertirse en la niña mimada del todopoderoso (y polémico) conglomerado biotecnológico.
Cuentan que durante la Reconquista, con el fin de asentar el cristianismo en tierras castellanas, el Conde de Castilla mandó edificar una red de conventos-fortaleza y que, como consecuencia de esto, en el año 1146 se construyó el monasterio de Nuestra Señora Santa María de Retuerta, fundado por Sancho Ansúrez. Y cuentan también que a los monjes de la orden de San Norberto les fue concedido terras et vineas, y que el segundo abad trajo desde Borgoña las primeras cepas de variedades francesas que fueron plantadas en dicho lugar y que hoy, convenientemente replantadas, ocupan poco más de doscientas hectáreas de las setecientas por las que se extiende una finca completada por monte y bosque repoblados con variedades autóctonas.
Situada en la margen izquierda del Duero, donde abunda el sol y escasea la lluvia, Abadía Retuerta sufre inviernos fríos y veranos ardientes, con grandes variaciones de temperatura entre el día y la noche. La cuenca del río, donde crecen sus vides, es producto de miles de años de erosión, aluviones, sedimentaciones y cambios en la composición del suelo, lo que ha dado origen a un terroir de gran diversidad donde varía la textura, la proporción de minerales y el agua que absorbe o retiene cada parcela de la finca. La filosofía de trabajo del equipo asesorado por Pascal Delbeck, bajo la dirección enológica de Ángel Anocíbar, radica en la vinificación por pagos. El suelo de cada una de sus cincuenta y cuatro parcelas tiene una composición diferente: arcillas a la orilla del río, guijarros y arenas a lo largo de la ladera, grava en las capas inferiores, caliza en las alturas... Por tanto, cada pago acoge una única variedad de uvas. Los viñedos se esparcen por las laderas de orientación norte, trepando desde la orilla hasta alturas que alcanzan los 850 metros, y esa diferencia de nivel, combinada con los distintos tipos de suelo, produce notables variaciones en el rendimiento de cada pago. En bodega, Abadía Retuerta destaca por el uso de la gravedad en todos los procesos de elaboración y por una sala de barricas enterrada bajo la ladera del monte que facilita de forma natural el control de la temperatura.
Tras un invierno bastante gélido y uno de los veranos más secos y calurosos de los últimos años, que pusieron a prueba la capacidad de reacción de sus responsables, Abadía Retuerta considera 2009 como la mejor añada de su historia particular. Su Selección Especial "de las mejores uvas de todas las parcelas" reparte su peso varietal al 75% en tempranillo, al 15% en cabernet sauvignon y al 10% en syrah, un coupage que fue envejecido durante casi año y medio en un total de 1.860 barricas de roble francés y americano que dieron de sí para llenar 550.000 botellas y 5.000 mágnum.
Víctor de la Serna, Jens Riis y Luis Gutiérrez, que fueron de los primeros en catarlo para elmundovino.com, ya advirtieron de su "perfil comercial", aunque no supieron a qué carta quedarse: "En la boca nos gusta más, está bien elaborado, con buena materia, pero con el exceso de roble. No necesitaba tanto baño". En cambio, la Guía Peñin 2013 se mostró mucho más generosa con los paganinis suizos: "Color cereza brillante. Aroma especias dulces, roble cremoso, expresivo, fruta roja, fruta madura, equilibrado, mineral. Boca sabroso, frutoso, tostado, taninos maduros, largo".
En Vila Viniteca, como es costumbre de la casa, lo que importa es el vino: "De color rojo granate intenso. En nariz es perfumado, con recuerdos de pimentón rojo, fruta roja y negra (cerezas, moras y fresas) y las especias marcadas que aporta la barrica (nuez moscada) así como chocolate y regaliz. Final ahumado y balsámico. En la boca tiene un tacto sedoso, y una textura rellena. Buena armonía y volumen, con taninos sedosos y redondos. Largo, placentero y persistente. Recuerdos finales de canela en polvo". Por su parte, Antonio Jesús Pérez Reina se las ingenia para batir un récord al alcance de muy pocos: consigue no decir nada en dos párrafos que son puro desperdicio y que cito aquí de corrido para que consten en acta: "Un vino lleno de color, por sus matices en nariz y en boca, su juventud es su mayor virtud, la integración con la crianza y la evolución en botella sus mejores exponentes. Aromas especiados arropa a la fruta roja que se muestra en una muy buena añada por su frescura e intensidad. Un vino muy fiable año tras año, que recrea ricas sensaciones en boca que expresan terruño, bonita complejidad porque se muestra poco a poco en la copa, nos va enseñando los matices que encierra. Sus taninos son finos y maduros y evolucionando. Un vino que se ha convertido en un valor seguro".
Pero la nota de cata que más me sorprende es la que viene firmada por Demos Bertran. Sus dos aproximaciones al Selección Especial 2009, separadas por un año de diferencia, se cierran destacando su "final largo", en lo que parece ser una opinión más o menos generalizada que no se corresponde en absoluto con lo que yo he experimentado esta tarde en la taberna, donde me he pimplado una botella a medias con la propiedad. El tabernero y un servidor hemos convenido en que se trata de un vino, como anuncian sus elaboradores, de "firme paso de boca, fresco, sabroso y equilibrado" pero en ningún caso "persistente y largo". Para nuestra sorpresa, este Abadía Retuerta incumple eso que distingue a un caldo correcto de uno excepcional. Es tan deliciosamente ingrato, que se va del paladar sin despedirse.
Abadía Retuerta Selección Especial
2009
Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Syrah
16 meses en barricas de roble francés y americano
14% alcohol
Vino de la Tierra de Castilla y León
Abadía Retuerta, Sardón de Duero, Valladolid, Castilla y León, España