6.5.14

Acoustic África

Hay días en que al tabernero le da, emulando el título de la tragicomedia de Alonso de Santos, por bajarse al moro. Y no precisamente para pillar mandanga, sino por el simple placer de embarcarse en una suerte de viajes espirituales (solamente metafóricos, por tanto, para su desgracia) en los que, a lo largo de toda una jornada, los parlantes de la taberna emiten únicamente música creada al otro lado del estrecho de Gibraltar. Hay días, decía, como hoy, en los cuales suena sin descanso, de la mañana a la noche, una sucesión de discos agrupados bajo el globalizador epígrafe 'Acoustic Africa'.



Se trata de una compilación orgullosamente pirata (no confundir con otros títulos homónimos que circulan por los circuitos oficiales), colgada en la red de manera altruista por algún alma caritativa que, mediante este gesto de rebeldía (anti)capitalista, pretende divulgar la riqueza melódica, instrumental y temática de un continente inabarcable desde cualquier punto de vista. Entre las varias decenas de piezas seleccionadas para tal fin, sobresale una que a mí me arrebata hasta conseguir invariablemente que abandone el bebercio de turno para (con)centrarme en las emociones que de ella se desprenden.

La canción se incluía originalmente en el segundo disco publicado por Les Frères Guissé, un trío de hermanos (Djiby, guitarra y voz, Cheikh, guitarra rítmica y voz, y Alioune, percusiones) nacidos en Fouta Tooro, una región situada en el valle del río Senegal que hace las veces de frontera entre el norte del país homónimo y el sur de Mauritania. 'Siré', que así se titula el tema que a mí me pone los pelos como escarpias, es una paradigmática muestra del folk acústico que se hace en el África Occidental y, por extensión, una obra maestra de inmarcesible belleza universal.


Cantada en pulaar, un dialecto de la lengua fula que sigue la tradición del pueblo toucouleur, perteneciente a la etnia fulani (perdón por el galimatías), la pieza causó en el saxofonista Paul van Kemenade el mismo asombro que me produce a mí a cada nueva escucha. Colgados de esa percha, el trío senegalés y el quinteto del jazzman holandés unieron sus talentos en 2003 para grabar un disco en el que se homenajeaba, entre otras cosas, la tradición del pueblo nómada más numeroso del mundo. Y en él se incluía, por supuesto, este sobresaliente revoltijo entre la dulzura melódica y vocal del original y la improvisación característica del combo neerlandés.