30.5.14

Je me souviens...

Esta tarde me he escapado a una exposición sin salir de la taberna ni abandonar mi copa, en lo que ha resultado una visita de lo más provechosa. Hace tres años, la Asociación General de Empresas de Publicidad y el Instituto Cervantes, a través de su Centro Virtual Cervantes, crearon el Museo Virtual de Arte Publicitario con la noble intención de fomentar el conocimiento de las estrechas relaciones entre el arte y la publicidad. Gracias a ese acuerdo de colaboración vio la luz un proyecto "sin fronteras espaciales ni temporales", que recoge las más destacadas muestras de la creatividad hispánica y que, irremediablemente, despierta la nostalgia del visitante, sea cual sea la generación a la que pertenezca.


Yo me he lo he pasado especialmente en grande recorriendo la primera de sus ocho salas, que acoge una muestra (permanente) titulada 'Cien años de publicidad española', producida y organizada por Mediterránea Books y coordinada por José Antonio Lombardo Navarro (secretario general de la AGEP), cuyo catálogo se publicó en el año 2000. Una vez inmerso en ella, he observado con mayor detenimiento sus cuatro primeros apartados, dedicados a las cosas del bebercio y del comercio, que como es sabido son las que a mí me dan la vida.


Esos cuatro microespacios ilustran, respectivamente, la (intra)historia publicitaria de las bebidas no alcohólicas (refrescos e infusiones), las bebidas alcohólicas y el tabaco, la alimentación (básica) y otros productos menos alimenticios (placeres y caprichos). Paseando (virtualmente) por ellos he realizado un reconfortante viaje (interior) hacia mis recuerdos, que ha transitado desde el inocente clasicismo sin acreditar de ¡Miau! (1920), Freixenet (1922) o La Casera (1950), hasta los primeros amagos de dobles lecturas de Magno (1973, agencia MMLB), Ortiz (1986, Ricardo Pérez Asociados) o Cruzcampo (1998, agencia Contrapunto). Cómo habrá sido la cosa que hasta me han entrado ganas de volver a recrear el Je me souviens de Perec, como me enseñó a hacer el añorado Félix Romeo en sus talleres de escritura creativa.