Hoy he respirado en la taberna un particular ambiente belicoso: le han declarado la guerra a la guerra, ahora que se cumplen cincuenta años desde que los Estados Unidos de América se implicaran a fondo en el segundo conflicto de Indochina. Como acompañamiento de entresemana han rebuscado en el baúl del antibelicismo musical y se han dado de bruces con el recopilatorio 'Motown Remixed', con el que el negrísimo sello discográfico fundado por Berry Gordy Jr. en el Detroit del medio siglo sacaba lustre en 2005 a un puñado de sus incontables números uno de la mano de otros tantos productores y remezcladores contemporáneos. Entre medias del característico sonido Motown y de toda su gloria rítmica, gentileza de los eternamente insuperables Funk Brothers, me ha despabilado de la resaca perpetua el himno pacifista gritado al mundo en 1970 por Edwin Starr querellándose contra la marcial querencia de su gobierno, que por aquel entonces bravuconeaba en Vietnam frente a los deseos de un pueblo estadounidense que a esas alturas ya tenía más que interiorizado el estribillo del tema en cuestión: "War, huh, yeah / What is it good for? / Absolutely nothing".
Esta incontestable oda al pacifismo fue alumbrada por dos de las más lúcidas cabezas pensantes de la Motown, Norman Whitfield y Barrett Strong, con la intención de que The Temptations la convirtieran en uno de sus éxitos masivos. Sin embargo, los titubeos de la banda, sumados a los recelos de Gordy ante el temor de un (poco) probable fracaso comercial, retrasaron su publicación como single y propiciaron, de rebote, que un recién llegado a la casa del soul se convirtiera en la voz que aupara la pieza hasta el número uno de las listas. La infalible fórmula que posibilitó semejante pelotazo fue, más o menos, la habitual: una letra que huía de las medias tintas y que por primera vez era inequívocamente política; una trotona sección rítmica capaz de remover de su asiento al más impasible de los oyentes; y una voz tan fiera como demandaba el asunto tratado. Y lógicamente, el resultado fue (con perdón) un bombazo, versionado y (re)utilizado hasta la saciedad como emblema del antibelicismo universal. En el caso de la versión que sonaba hoy en la taberna, la circunstancial remezcla del limitado King Britt es lo menos impactante, porque toda la fuerza de 'War' ya venía de serie en el original.