A la hora de elegir entre un champán o un cava para despedir el año, el gurú Peñín lo tenía claro en las horas previas de la efeméride: “No os dejéis seducir por la etiqueta”, advertía a los santos inocentes que todavía toleran ser guiados por sus interesadísimos (perdón, interesantísimos) consejos. Aún antes, el letraherido Andrés Trapiello abordaba con mayor frivolidad y un lógico desprendimiento el asunto: “Es Navidad: que cada cual brinde con lo que tenga a mano, champán, cava o gaseosa. Personalmente, creo que el champán, y aun el cava, están sobrevalorados. Pero lo importante hoy son las burbujas”. Haciendo caso al superlativo diarista leonés, en la taberna se ha brindado por el advenimiento de 2014 con un producto que, a mi gusto, tiene tanto que ver con el champán y el cava como con la gaseosa: Burnarj.
La naranja, originaria del sudeste asiático, acercada al viejo continente por Alejandro Magno e introducida en Al Andalus por los árabes, se había utilizado hasta ahora como base de dulces, perfumes, licores y aceites esenciales, como elemento ineludible en jarabes, zumos y refrescos con y sin gas, pero nunca antes (hasta donde se me alcanza) había sido sometida a un proceso de doble fermentación como el patentado por Burnarj, que en primer lugar transforma los azúcares en alcohol en depósitos de acero inoxidable por un tiempo de cuarenta días y más tarde aporta carbónico de manera natural gracias a una segunda fermentación en botella a baja temperatura que se prolonga entre tres y cuatro meses. Por lo tanto, en el proceso de elaboración de Burnarj (sui generis acrónimo de burbuja de naranja), supervisado por la enóloga Manuela Sánchez Caro, no se añaden ni agua ni gases adicionales a la fermentación natural del zumo de la naranja, lo que concede a este flamante invento su visado de originalidad.
El resultado es un espumoso con “aroma y sabor típico a naranja, apariencia translúcida y brillante, color dorado claro y burbujas finas y tumultuosas”, según rezan las apresuradas notas de cata de una contraetiqueta que lo mismo vale para el Brut Nature, el Brut o el Semiseco. En realidad, lo que nos encontramos al verter una dosis de Burnarj en copa de flauta es un fluido que presenta una burbuja ansiosa por dejar de serlo y que en nariz se asemeja a esos modernos perfumes atiborrados de cítricos cuyo aroma se desvanece al instante. En su paso por boca, la acidez y la dulzura juegan una breve partida de ajedrez que acaba en tablas porque ambas se dan por vencidas mucho antes de lo esperado. De ahí en adelante, poco aporta un caldo que abandona el combate por hacerse con el paladar del bebedor sin tener en consideración sus expectativas.
Los gerifaltes de la empresa Productos Naturales Vegasud se jactan de haber alumbrado “el primer vino espumoso de naranja natural”, aunque lo primero que solivianta al bebedor a la hora de enfrentarse a esta novedosa propuesta es la propia denominación del artefacto en cuestión. Para evitar las suspicacias de los más incrédulos, conviene advertir que sí, que la sacrosanta casa que limpia, fija y da esplendor a nuestra lengua (o sea, la RAE) admite en su cada vez más desatendido diccionario la posibilidad de catalogar como vino al “zumo de otras plantas o frutos que se cuece y fermenta al modo del de las uvas”. Así que conviene dejar a un lado los remilgos nominales y aplaudir calurosamente esta apuesta cordobesa por la investigación y el desarrollo del producto estrella de la Vega del Guadalquivir, siquiera sea por su atrevimiento.
Vendidos por sus promotores como alternativa al champán y al cava, y como omnipresente acompañamiento “ideal para aperitivos, comidas o postres”, lo cierto y verdad es que a los trillizos Burnarj (a los que les ha nacido un hermano bastardo en forma de Semiseco Light) aún les falta currículo para ser tomados en serio por el academicismo vinícola. Por definirlos con suavidad, se trata de caldos doblemente fermentados que aún no han cuajado pero... ¿no habíamos quedado en que lo importante hoy eran las burbujas? Pues quedémonos con eso y comencemos a cumplir el propósito (de enmienda) recomendado por el profesor Alberto Soria para este año nuevo: “Dejar de seguir la manada (total o parcialmente) en cocina, mesa, copa y sobremesa”. O sea.
Vendidos por sus promotores como alternativa al champán y al cava, y como omnipresente acompañamiento “ideal para aperitivos, comidas o postres”, lo cierto y verdad es que a los trillizos Burnarj (a los que les ha nacido un hermano bastardo en forma de Semiseco Light) aún les falta currículo para ser tomados en serio por el academicismo vinícola. Por definirlos con suavidad, se trata de caldos doblemente fermentados que aún no han cuajado pero... ¿no habíamos quedado en que lo importante hoy eran las burbujas? Pues quedémonos con eso y comencemos a cumplir el propósito (de enmienda) recomendado por el profesor Alberto Soria para este año nuevo: “Dejar de seguir la manada (total o parcialmente) en cocina, mesa, copa y sobremesa”. O sea.
Burnarj: Brut Nature, Brut y Semiseco
2013
Naranja
11 % alcohol
Productos Naturales Vegasud, Palma del Río, Córdoba, Andalucía, España