Para referirse a la secta de los dietoadictos, Carmen Peláez, científica del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación del CSIC, no se anda con chiquitas: "El problema es que la mayoría de los ciudadanos no están capacitados para distinguir cuándo un estudio tiene realmente una referencia científica o no. Y muchas veces la información que les llega más fácilmente no es la que se apoya en fuentes científicas, sino la que hace más ruido en los medios". Y no es que sea necesario hacer un máster para suscribir afirmación tan obvia, pero conviene refrescar nuestro sistema operativo de cuando en vez para no dejarnos envolver por la vorágine (des)informativa que inunda la red de redes.
La (pen)última ocasión en la que he tenido que echar mano de la sensatez para atenuar los devastadores efectos de los maximalismos con segundas intenciones ha sido a lo largo de estos últimos días, según iba conociendo por boca de mi tabernero de cabecera las conclusiones de un estudio realizado por investigadores de las universidades de Murcia, Harvard y Tufts que convergen en que lo más determinante para adelgazar es la hora a la que se realizan las tres comidas principales del día; una tesis que, así expresada, no parece demasiado peregrina, pero que roza lo absurdo cuando el director de Forza Supplements, Lee Smith, riza el rizo de la puntualidad británica: "Hemos aprendido que los tiempos óptimos para cada comida son las 7:11 de la mañana para el desayuno, las 12:38 de la tarde para la comida y las 18:14 para la cena, aunque, obviamente, nadie se ajusta a estos horarios rígidamente".
Consecuentemente, la pregunta que se impone es: ¿qué demonios es y a qué se dedica Forza Supplements? Y la subsecuente respuesta, también es la esperada: se trata de la división minorista de Forza Industries, una firma comercial entregada a hacer negocios a costa de la ansiedad reductora de los súbditos de la reina madre, a quienes venden a tutiplén su "pionera" fórmula T5, uno de los engañabobos (presuntamente) adelgazantes más populares del Reino Unido. Para más inri, es la empresa que ha realizado la encuesta que ha llegado a la conclusión de que debemos adelantar todas nuestras comidas, algo que parece una osadía teniendo en cuenta que en su muestreo solo han participado un millar de personas a dieta y que los horarios de sus resultados atufan a costumbrismo british.
Antonio Ortí, del imprescindible Observatorio Permanente para el Estudio de Mitos y Dietas Milagro Comer o No Comer, reconoce que la cronoterapia es "un campo interesante en el que se trabaja desde hace años", y añade que, concretamente, lo que se investiga es "si la grasa humana expresa genes reloj capaces de poner en hora a otros genes importantes del tejido adiposo". Pero su reflexión final no deja lugar a las dudas: "Debemos poner en cuarentena los resultados de la investigación con la que empezábamos pues se trata de un estudio observacional". O sea, no deberíamos obsesionarnos con ajustar nuestros relojes ni comenzar a pegarnos los madrugones alimenticios que proponen los tiburones del mar del Norte. Si pretendemos adelgazar pero nos comemos un burro acostado relleno de pajaritos, me da a mí que la hora del atracón va a ser lo de menos.