4.6.14

Un respiro

Por causas ajenas a mi voluntad, este blog se toma un respiro. Mientras dure este, no habrá actualizaciones, aunque tampoco dejaré de acudir a la taberna. O sea, que al tabernero y a mí nos seguirán pasando cosas; y seguiremos (anti)catando vinos; y, a lo peor, algún día vuelvo para contarlo.

3.6.14

Beber o no beber, esa es la cuestión

La Organización Mundial de la Salud ha anunciado el apocalipsis en su Informe Mundial de Situación sobre Alcohol y Salud 2014. Los datos y cifras contenidos en él, leídos de corrido, se bastan y se sobran para acongojar incluso a los más avisados: "Cada año mueren en el mundo 3,3 millones de personas a consecuencia del consumo nocivo de alcohol, lo que representa un 5,9% de todas las defunciones; el uso nocivo de alcohol es un factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos; en general, el 5,1% de la carga mundial de morbilidad y lesiones es atribuible al consumo de alcohol; el consumo de alcohol provoca defunción y discapacidad a una edad relativamente temprana. En el grupo etario de 20 a 39 años, un 25% de las defunciones son atribuibles al consumo de alcohol; existe una relación causal entre el consumo nocivo de alcohol y una serie de trastornos mentales y comportamentales, además de las enfermedades no transmisibles y los traumatismos; recientemente se han determinado relaciones causales entre el consumo nocivo y la incidencia de enfermedades infecciosas tales como la tuberculosis y el VIH/Sida; más allá de las consecuencias sanitarias, el consumo nocivo de alcohol provoca pérdidas sociales y económicas importantes, tanto para las personas como para la sociedad en su conjunto".

Después de semejante sacudida, dan ganas de dejar la bebida, pasarse al bando de los alcohólicos anónimos y abandonar la escritura etílica. Pero, ¿realmente es para tanto? Como (casi) siempre, depende de la fuente a la que acudamos para saciar nuestra sed de conocimiento: si atendemos a las decenas de artículitos que cada día defienden los beneficios del bebercio moderado sin más fundamento que ser el eco del eco de la voz que subvenciona dicho corpus teórico en beneficio propio (o sea, la industria del alcohol), pues parece que no; en cambio, si nos dejamos llevar, siquiera por una vez, por las evidencias empíricas y las opiniones formadas, la cosa cambia.


A rebufo del informe de la OMS se han producido todo tipo de reacciones, como era de esperar: desde los que se toman el asunto a cachondeo (popthewine.com) y, pese a vivir de la venta de vino, concluyen que 'Ser un borracho [no] es más sano que no serlo' en una suerte de defensa desapasionada y coñona de la priva, hasta los que se ponen serios (Comer o no comer), aunque para nada solemnes, a la hora de demostrar que 'Cuanto menos alcohol, mejor. Cuanto más, peor'.

En una coyuntura dominada por los intereses creados, hasta las (aparentemente) bienintencionadas iniciativas como Quien sabe beber, sabe vivir (España) o Wine in Moderation (Europa) se convierten en ridículos pretextos para fomentar la venta de alcohol, apelando con la boca pequeña al consumo moderado pero sirviendo de coartada comercial a productores, distribuidores y vendedores, a quienes el dinero público invertido por los gobiernos nacionales y supranacionales les sirve de jabón para un más que indecente lavado de cara.

En la dura pugna de dos universos paralelos (el alcohólico y el farmacéutico) en los que todo quisque es a la vez juez y parte, algunos prefieren adoptar un punto de vista conservador, a la vista de los discutibles resultados de las recomendaciones que apelan a la responsabilidad individual. Como de costumbre, Julio Basulto ha venido a poner algo de sensatez al asunto echando mano de las publicaciones más incontrovertibles al respecto: "Más alcohol es peor para la salud, menos alcohol es mejor. Y no, no me refiero solo al whisky, al coñac o al orujo. Hablo de todas las bebidas alcohólicas, y eso incluye a la 'cervecita' y al 'vinito", haciendo suya una advertencia publicada en 2007 por el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer. En la misma línea se expresó en 2012 la Sociedad Americana del Cáncer: "El consumo total de alcohol es el factor importante, no el tipo de bebida alcohólica consumida". Y en febrero de este mismo año, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer: "No hay una cantidad segura de alcohol".


Recuerda el experto en Nutrición y Dietética desde las páginas virtuales de Comer o no comer que, para desbaratar la 'paradoja francesa' que ensalza los beneficios cardiovasculares del vino y sus supuestas cualidades antidepresivas, la OMS ha resumido la relación alcohol-salud de la siguiente manera: "El alcohol es teratogénico, neurotóxico, adictivo, inmunosupresor, perjudicial para el sistema cardiovascular, carcinogénico y aumenta el riesgo de muerte". La doctora Laura A. Stokowski zanja la cuestión con una contundencia irrebatible: "La evidencia de los efectos nocivos del alcohol es más fuerte que la evidencia de sus efectos beneficiosos". Y el doctor Jürgen Rehm abunda en dicho argumento: "Yo no sé por qué un vínculo beneficioso sería más importante que un simple enlace perjudicial, cuando el vínculo beneficioso es aproximadamente una décima parte de la relación perjudicial".

Según la revista OCU-Salud, el noventa por ciento de los adultos españoles incluye las bebidas alcohólicas como parte de su alimentación. Eso es lo que llevaba en la cabeza esta tarde cuando he llegado a la taberna para deleitarme con el bebercio cotidiano. Pero hoy no he consumado el acto. Le he dicho al tabernero que mejor lo dejaba para mañana y he pegado media vuelta. Por si las moscas.

2.6.14

Peligro: PP sobre ruedas

En la madrugada del sábado al domingo, a eso de las siete y media, un coche patrulla perteneciente a la comisaría de Chamartín del Cuerpo Nacional de Policía apostado en la confluencia de la calle Vitrubio con el paseo de la Castellana, cazó a una motocicleta que se había saltado en rojo un semáforo capitalino. Cuando le dieron el alto, los agentes comprobaron que el motorista no llevaba casco y que cuadruplicaba la tasa de alcoholemia permitida. En ese mismo instante, la carrera judicial de Enrique López se fue al traste.

Así sucedieron, pizca más o menos, unos hechos que hoy nos han permitido enzarzarnos dialécticamente en la tertulia de la taberna, ya que en ella participamos varios doctores en las cosas del beber a los que, cuando uno de los nuestros se encuentra en apuros, se nos despiertan los bajos instintos tribales. Con todo, los que peor lo pasan en estas circunstancias son los acérrimos del Partido Popular, cuyos correligionarios parecen haber hecho una promesa al dios Baco, pues la lista de peperos a los que les han tomado la matrícula mientras conducían borrachos va camino de ser enciclopédica. Desde fuera, da la sensación de que se han tomado al pie de la letra el contestatario mensaje lanzado por el beodo Aznar contra la Dirección General de Tráfico cuando recogió la medalla de honor de la Academia del Vino de Castilla y León: "¿Quién te ha dicho a ti las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber? Déjame que las beba tranquilamente". Y en eso andan sus concejales, alcaldes y diputados, que se juegan diariamente el tipo y el (escaso) prestigio que les queda atentando contra la seguridad vial mientras manejan con unas copas de más.


El perfil más ajustado de Enrique López lo trazó Luz Sánchez-Mellado hace ahora un año, cuando el magistrado se incorporó definitivamente al Tribunal Constitucional con la aquiescencia del PP. Era lo que podía deducirse de los artículos que publicó durante un lustro en el diario La Razón, que como muestra de gratitud ha silenciado hasta donde ha podido el fatal incidente: "Recto, leído, pedagógico, conservador. Un hombre de ley y orden disertando sobre lo divino y lo humano con profusión de citas de Ortega y Churchill, y una acusada querencia por las metáforas futbolísticas. Un opinador de salón con un tonito de yo ya lo dije, una pizca de exégesis de sí mismo y un punto de pedantería no exenta de cierto estilo literario". Como advertía la redactora de El País con ocasión del acto solemne de la toma de posesión de su nuevo cargo, "además de la toga, las puñetas y la medalla con el escudo del alto tribunal, el nuevo notable lucía una indisimulada sonrisa de satisfacción en el rostro", mientras todo era grabado con el teléfono móvil por su novia de entonces, la presentadora Silvia Jato. Aquellos fueron sus días de vino y rosas. Estos son solo sus días de vino.

Por culpa de un mal uso del bendito bebercio, el hombre que era juez y parte del Partido Popular dejará de ser lo primero (ya ha dimitido de su cargo y difícilmente podrá retornar a la carrera judicial) pero seguirá siendo lo segundo, aferrándose a la mano que le dio de comer (y de beber, a lo que parece) durante toda su carrera, por lo que no debería sorprendernos que en los próximos meses le cayera de rebote alguna colocación como pago por los servicios prestados.


De momento, el simple relato de su percance ha servido para retratar a la prensa nacional: mientras El País y los dos diarios catalanes de referencia (El Periódico y La Vanguardia) elevaban el asunto a la máxima potencia desde sus primeras páginas, los tres rotativos madrileños adscritos oficiosamente a la derecha mediática (El Mundo, ABC y La Razón) lo relegaban a un breve apunte arrinconado en sus portadas. Entre trago y trago, los más conspiranoicos de la tertulia han defendido, incluso, que la abdicación de Juan Carlos I no ha sido más que una estratagema de eso que Pablo Iglesias llama 'la casta' para minimizar el impacto de un caso que se podría volver contra el Gobierno. Y a lo peor no van desencaminados. El Borbón tenía que retirarse un día u otro, y sería mucha casualidad que lo haya anunciado precisamente hoy, obligando a los periódicos a sacar a la calle extraordinarias ediciones vespertinas monotemáticas e impidiendo que en las tertulias audiovisuales se analizaran las estrechas relaciones entre PP, alcohol y conducción, que ya acumulan escarceos suficientes como para dedicarle una tesis doctoral.